28 de abril de 2009

EL MOUNSTRO DEL ARMARIO


EL MOUNSTRO DEL ARMARIO: PROSTITUCIÓN INFANTIL
Sara A. Espinosa Islas


Hace unos días acudí con una amiga de la universidad a un evento en la zona centro de la ciudad de Tijuana, a nuestro regreso, pasamos cerca del parque Guerrero ya pasada la media noche y llamó mi atención mirar a un grupo de niñas y niños aparentemente solos en los juegos, extrañada pregunte ¿qué hacen a estas horas esos chicos ahí? A lo que mi amiga me comentó, “desgraciadamente han de ser niñas y niños que prostituyen… aquí se da mucho que vienen gringos pedófilos en busca de niños”, lo cual me dejó una terrible frustración y coraje y más cuando veía pasar patrullas por la misma zona con una total indiferencia de sus tripulantes a algo que era tan evidente, pues creo que sería muy sensato que un policía viera sospechoso mirar a esos pequeños a altas horas de la noche y se acercará a indagar por qué estaban ahí.


Desde ese día no he podido dejar de pensar en esos pequeños, ni en otros casos que me compartió una de mis alumnas de enfermería de Mexicali, en una clase en que hablamos de violencia sexual y tocamos el tema de la prostitución infantil, ni en el enorme espectacular ubicado en el bordo en inglés en el que aparece un niño y que alude a decir no a laprostitución infantil, lo cual me lleva a escribir indignada al respecto.


La prostitución infantil consiste en el uso de niños y niñas en actividades sexuales con remuneración económica u otro tipo de compensación.


Circunstancias como las crisis económicas y la transición a la economía capitalista de libre mercado mundial, han agravado el problema, porque el libre mercado ha incluido el tráfico y comercialización de personas, en especial niñas, niños, mujeres jóvenes pobres.


La situación de la explotación sexual infantil es compleja, ya que detrás de las redes de prostitución de niñas y niños se encuentran involucrados todo tipo de personajes poderosos que van desde políticos, empresarios nacionales y extranjeros (como lo demostró Lidia Cacho en su libro “Los demonios del Edén”) e incluso representantes y líderes religiosos(como el reciente caso de un sacerdote en Veracruz que pertenece a una red de prostitución infantil), que viven en la impunidad bajo el cobijo de leyes ineficientes y autoridades corruptas.


¿Por qué la existencia de la prostitución infantil? Sin duda, es una aberración, un acto monstruoso que existe porque alguien (por desgracia muchos) la consume. En buena medida, la demanda del mercadeo sexual de niñas y niños es por parte de hombres extranjeros, aunque no exclusivamente.


No es un secreto, todas, todos, al menos de oídas, sabemos o sospechamos de esta situación… se sabe por investigaciones periodísticas de centros turísticos como Cancún, Acapulco, Distrito Federal, Puebla, Tijuana, entre otros, a los que suelen llegar extranjeros (sobre todo Estadounidenses y europeos) en búsqueda de menores de edad. Sí, el problema ha sido denunciado, la forma de operar de estas grandes redes e incluso se ha llegado a conocer quiénes las encabezan, pero curiosamente, las autoridades son las únicas que jamás se enteran o nunca encuentran pistas de los responsables…


Abuso e impunidad atravesada por el beneficio de ser extranjero


Analicemos brevemente el problema:


1. El poder económico y social del explotador extranjero es mucho mayor que la niña/o y de este modo el abuso de poder se acentúa. La segunda razón es que el abusador foráneo puede abandonar fácilmente el país en el que ha cometido su crimen y así escapar de la justicia.


2. La demanda extranjera ha sido estimulada a menudo por políticas de desarrollo económico que promueven la inversión foránea y atracción de turistas, lo cual ha sido aprovechado por las redes internacionales de prostitución infantil que operan en nuestro país.


Los turistas que practican sexo con niños/as pueden provenir de todos los estratos sociales: pueden estar casados o solteros, ser hombres o mujeres, poseer un buen estatus económico o ser simples viajeros con pocos recursos. Pueden ser pedófilos que se desplazan específicamente para explotar niños/as o turistas que no planean en principio su destino con intención de cometer abusos.


El anonimato, la gran disponibilidad de niños y niñas, y la circunstancia de estar lejos de sus países de origen, lejos de las convenciones sociales y morales que normalmente regulan sus conductas, puede hacer que un simple turista se convierta en un abusador en un país extranjero. Muchos turistas justifican su conducta arguyendo que el abuso es culturalmente aceptable en el país de destino, o que en realidad están ayudando al niño/a a conseguir algo de dinero.


El turismo no es la causa de la explotación sexual de la infancia; sin embargo los explotadores pueden aprovecharse de las facilidades ofrecidas por la industria turística (hoteles, bares, clubes nocturnos, etc.). A su vez, la industria turística puede ayudar a crear demanda promoviendo determinadas imágenes de localización exótica. En general, los viajes turísticos sexuales con niños/as son organizados informalmente entre amigos y colegas, sin embargo se han dado casos de agencias de viaje que han sido procesadas por ofrecer este tipo de servicios ilícitos.


Sólo por citar un ejemplo que no es nada ajeno a la realidad mexicana, se estima que en el año 1999 Costa Rica recibió cerca de 5000 turistas con la intención específica de explotar sexualmente a niños/as. El 80 % de los turistas arrestados por abuso sexual correspondió a ciudadanos norteamericanos. El Gobierno está siendo acusado de reaccionar muy lentamente ante el problema de la explotación sexual infantil y de destinar escasos recursos humanos y económicos a combatirla. No obstante, recientemente el Gobierno mediante una comisión específica ha iniciado acciones de formación a la policía, ha reformado el Código Penal, y ha iniciado una campaña de prevención. Véase http://turislexcat.blogspot.com/2008_05_01_archive.html


La indiferencia y la ignorancia, la perpetuación de actitudes y valores sociales que reducen a los niños/as a una simple mercancía, la ausencia de legislaciones adecuadas, la corrupción, y una limitada concienciación de la importancia de una correcta aplicación de la protección, son los factores principales que facilitan, directa o indirectamente, la explotación sexual de la infancia.


Obviamente, es necesario contar con leyes que protejan a los niños/as, pero la legislación por si sola no es eficaz ni se acompaña de medios que aseguren su aplicación correcta; la corrupción policial y entre otros agentes encargados de la aplicación de la legislación es considerada frecuentemente como el mayor obstáculo para combatir la explotación infaltil.


Como en la mayoría de actividades ilegales, es difícil conocer exactamente el grado real de corrupción existente entorno a este problema. Aunque es cierto que los traficantes pueden cruzar a menudo las fronteras gracias a la colaboración de agentes de policía y oficiales, es muy importante remarcar que la inmensa mayoría de los policías y de los representantes de las autoridades no son en absoluto corruptos.


Las medidas para combatir la corrupción deben centrarse en la correcta selección del personal, el establecimiento de salarios y condiciones laborales adecuados, así como en diseñar mecanismos adecuados de supervisión y para los procedimientos disciplinarios. Lo ideal sería que los propios encargados de la aplicación de la ley fueran los que se opusieran enérgicamente a la corrupción entre sus miembros y establecieran mecanismos adecuados de control. Adicionalmente, sería necesario también crear organismos nacionales independientes.


Los legisladores, los fiscales y los jueces deberían desarrollar leyes y políticas que protejan el superior interés de las niñas y los niños, así como implementar procedimientos judiciales que sean respetuosos con su especial condición. Por ello, creo que cuando nuestros legisladores y legisladoras hablan “de la defensa de la vida”, es aquí donde deberían intervenir y actuar y tomar cartas en el asunto y defender la vida de las y los niños que son sexualmente explotados, porque no podemos hablar del derecho a la vida cuando no les ofrecemos los escenarios de justicia social para toda las y los niños de la entidad y del país.


Por otro lado, educadores y profesionales de la enseñanza deben introducir elementos de concientización y prevención en el currículum escolar y en los planes de estudio universitarios.


Los líderes comunitarios, económicos y religiosos pueden apoyar la creación y mantenimiento de centros profesionales para menores de la calle, así como proporcionar oportunidades para su formación social. Pueden promocionar los derechos de la infancia y adoptar políticas específicas para la protección.


Los agentes de viajes y operadores turísticos pueden mostrar en sus establecimientos signos de que apoyan las campañas contra la explotación sexual infantil y pueden ayudar a establecer códigos de conducta a escala nacional o regional. Los turistas pueden rechazar claramente el apoyo a cualquier aspecto de la industria turística que esté involucrado en la explotación sexual.


Los profesionales que trabajan en la industria de Internet, como los proveedores de servicios, pueden adoptar códigos de conducta, rechazar el alojamiento de sitios que incluyan pornografía infantil, y colaborar estrechamente con las líneas de denuncia con las agencias encargadas de aplicación de la ley.
Los propios niños/as y jóvenes pueden participar activamente para asegurar que sus opiniones son tenidas en cuenta socialmente. Pueden formar parte de redes de centros juveniles; promover en sus escuelas la implementación de actividades de difusión y concientización sobre la explotación sexual infantil; presionar a los gobiernos federal, estatales y municipales para que adopten medidas efectivas de prevención y protección. Pueden incluso ser formados para actuar como consejeros de ellos mismos.


Todos los ciudadanos deberíamos realizar acciones de difusión y sensibilización a través de grupos comunitarios, charlas en las escuelas, charlas en las iglesias sobre el fenómeno de la explotación sexual infantil y la trata de personas en general y presionar a los políticos que nos representan a tomar cartas sobre el asunto y fortalecer una cultura de la denuncia de cualquier actividad relacionada con la explotación sexual infantil, pero para ello, se debe fortalecer primero la credibilidad de las instituciones a través de la presión de la ciudadanía para que se adopten, refuercen o adecuen sus leyes nacionales para combatir este problema.

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